El cerebro humano es el super órgano que rige la conducta animal y humana. Sabemos que pesa cerca de kilo y medio, que está conformado por agua y grasa, y que requiere de manera prioritaria oxígeno y glucosa.
Está organizado en forma de tres niveles (córtex, cerebro límbico y cerebro reptiliano) y dos hemisferios, derecho e izquierdo que tiene cada uno funciones diferenciadas, conectados por un grueso haz de fibras nerviosas llamado cuerpo calloso.
Cada hemisferio está especializado en ciertas funciones y habilidades cognitivas, y ambos trabajan juntos para permitir el procesamiento de información compleja y el comportamiento adaptativo.
El hemisferio izquierdo se especializa en el procesamiento del lenguaje y la lógica, y es responsable de la comprensión y producción del habla, la lectura y la escritura, así como del razonamiento matemático y la resolución de problemas. El hemisferio izquierdo también controla el lado derecho del cuerpo.
El hemisferio derecho, por su parte, se especializa en el procesamiento de la información visual y espacial, la percepción de patrones, la creatividad y la emoción. El hemisferio derecho también controla el lado izquierdo del cuerpo.
Aunque ambos hemisferios tienen funciones especializadas, trabajan juntos para realizar tareas complejas. Las conexiones entre los dos hemisferios permiten la integración de información y la resolución de problemas complejos. Además, la participación equilibrada de los hemisferios derecho e izquierdo es importante para el aprendizaje y la creatividad.
Cuando se trata del aprendizaje, se ha señalado repetidamente que la cultura occidental ha privilegiado el hemisferio y descuidado las funciones y virtudes del hemisferio derecho.
En su libro «Aprender con todo el cerebro», Linda Ver Lee Williams destaca la importancia de comprender cómo funciona el cerebro para mejorar la educación. Plantea que la educación tradicional se centra demasiado en la memorización y la repetición, y no tiene en cuenta la forma en que el cerebro procesa y almacena la información.
La autora se refiere de trabajar el desarrollo de la atención para favorecer la comprensión y memorización de los contenidos. También aporta sugerencias prácticas para mejorar la memoria, como la repetición espaciada y la creación de asociaciones. Y se refiere a la importancia de activar las emociones para favorecer el disfrute de la experiencia de aprender y el proceso mismo del aprendizaje.
Insiste en que los educadores deben esforzarse en crear un ambiente actitudinal positivo y motivador para incentivar a los jóvenes a aprender con todo el cerebro y escapar en lo posible de las trampas de la trivialidad y la superficialidad de las redes sociales y la red internet.
Redacción de Equipo Fundación
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